jueves, 30 de junio de 2011

Cacao: de chocolate a combustible


El biogas y el gas de síntesis se pueden fabricar con los residuos del cacao, un producto subutilizado en Colombia que termina como gran contaminante ambiental. Al cacao se le piensa y utiliza como un fruto con fines gastronómicos o de belleza, pero el Grupo de Investigación en Mecanismos de Desarrollo Limpio y Gestión Energética de la Universidad Nacional de Colombia lo ideó como un potencial elemento para la producción de gas.

Y lo logró. Detrás de esta “quimera” estuvo su director, el profesor Fabio Sierra, quien junto a su equipo y tras largos meses de investigación pudo crear combustibles limpios derivados de este fruto.
Según Sierra, cuando la industria trabaja el cacao para sus fines tradicionales (producción de chocolates o cosméticos, entre otros), solamente explota el fruto, que equivale al 30% del producto. El resto lo desecha. “Al pelar la semilla, el residuo queda para descomposición natural”, dice.

El problema es que en ese proceso se generan lixiviados (líquidos con contaminantes orgánicos), que se filtran en la tierra y terminan no solo infectándola, sino afectando el agua debido a sus a altas concentraciones de nitrógeno amoniacal.
Este desecho, además, causa desprendimiento de gas metano, que se produce de forma natural por la descomposición de sustancias orgánicas en ambientes pobres en oxígeno y que es mucho más preocupante como agente responsable del calentamiento global que el mismo dióxido de carbono. De hecho, tiene un potencial 62 veces mayor que este último en generar dicho efecto.
A parar la contaminación
La idea principal de los investigadores era evitar tan nocivo proceso. Por ello tomaron el residuo, lo secaron y lo introdujeron en hornos creados por ellos en los talleres de mecánica de la UN, con el fin de calentar el material y conseguir así el desprendimiento de gas.
El procedimiento arrojó dos tipos de combustibles: gas de síntesis (syngas, en inglés), obtenido a partir de sustancias ricas en carbono, y biogas, producto de las diferentes reacciones de biodegradación que sufre la materia orgánica, mediante la acción de microorganismos y otros factores en ausencia de aire.
Cada uno tiene una función práctica y aplicable a las necesidades diarias: el gas de síntesis es usado principalmente como intermediario en la creación de gas natural sintético (GNS) y para la producción de amoniaco o metanol.
También, como producto intermedio en la producción de petróleo sintético para ser empleado como combustible o lubricante y para convertir metanol en gasolina.
Se elabora sometiendo a una temperatura de 800 ºC un compuesto de monóxido de carbono, hidrógeno, etano y metano, hasta lograr su descomposición.
El biogas es utilizado en la producción de energía eléctrica mediante turbinas o plantas generadoras a gas, así como estufas, secadores, hornos, calderas u otros sistemas de combustión.
Para generar este tipo de inflamable se usan hornos a baja temperatura, que oscilan entre los 25 ºC y los 70 ºC. Este gas está formado por dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), metano (CH4) y otros gases en cantidades menores, lo que hace que se produzca con un poder calorífico diferente.
Los beneficios
Se trata de combustibles renovables, ya que se producen de forma natural y continua, siempre y cuando el ser humano contribuya en este efecto.
Aportan a la ecología, pues las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera que arrojan durante el proceso de combustión son las mismas que absorbió la planta en su crecimiento con la fotosíntesis.
Son más económicos en comparación con otros combustibles, mientras la elaboración de biomasa puede

aumentar sin afectar el medioambiente. Por ejemplo, con respecto a la producción de derivados del petróleo hay un ahorro cercano al 40%.

Amazonía en llamas

Entre los meses de junio y septiembre,  se produce en el Amazonía, la llamada estación seca, que trae consigo también, el aumento de la intensidad de los incendios, que ininterrumpidamente a lo largo de cada año no cesan en esa  subregión.  Estas permanentes e “inadvertidas” quemas, se han establecido deliberadamente para “limpiar” los bosques y darle paso así, al uso de nuevas tierras para ganadería y cultivo.  Se estima, según cifras oficiales del gobierno brasileño, que esta práctica, solo en el 2010, ha consumido más de 15.000 kilómetros cuadrados de selva. 

Los expertos señalan, que hasta un 20% de los 1,6 millones de kilómetros cuadrados de bosque tropical ya ha sido destruido por el desarrollo, la explotación forestal y la agricultura. Y estiman que para el año 2030, la mitad de la Amazonía estará gravemente dañada producto de los incendios o tala."
La “noble” legislación brasileña les permite a los propietarios de las haciendas en la Amazonía, que pueden mantener hasta el 80 por ciento de sus tierras en los bosques. Y con esta patente de corso o licencia para matar y ayudados por el truco de los incendios, sus empalizadas o cercas, anualmente se desplazan selva adentro y en la mayor impunidad.
La vorágine de los hacendados brasileños, no tiene límite. Aniquilan a todo aquel, que se oponga a sus proyectos expansionistas: hombres, mujeres, animal o planta. Actúan, al estilo del Kukuxklán norteamericano (organización que asesinaba en el fuego, a centenares de personas de color). Sus hogueras devastan el centro de Sudamérica, a razón de ocho mil incendios por día, según lo siguen constatando las fotografías tomadas por los satélites.
Un placer inservible, porque tienen en llama a la Amazonía con el objeto de obtener tierras cultivables y para pasto de ganado, a pesar de los llamados de los estudiosos de los suelos, que reafirman que es un sacrificio terrible e inútil, puesto que el suelo en esa región es casi improductivo, por ser muy ácido para la siembra común; los hongos que habitan la capa de humus, son totalmente inofensivos para la homogénea vegetación de la jungla, pero son una plaga irremediable para las plantaciones que el hombre programa. En realidad, sólo el tres por ciento de esta región es cultivable, el resto es suelo ácido tropical que no es útil sin su protección arbórea.
El resultado, de esta agresiva y persistente deforestación, es que ha colocado a Brasil en la lista de los 10 mayores paises emisores de CO2. Por bombear cada año, cerca de 200 millones de toneladas métricas de gas a la atmósfera.
Paradójica realidad la del Brasil. El gran país verde, con la mayor biodiversidad y es a su vez, uno de los principales contaminadores y destructores de la flora y fauna del planeta.
¿Tudo bem? Não, meus amigos brasileiros, queimar a Amazônia, não é bem!!
Por Lenin Cardozo

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