viernes, 8 de julio de 2011

Gobernabilidad y manejo forestal comunitario en la Amazonía Peruana


Aun cuando existen interesantes  y alentadoras experiencias de manejo forestal comunitario, incluso con certificación forestal, esta actividad no se ha constituido en una alternativa  concreta, de corte masivo,  para mejorar la calidad de vida de los pueblos indígenas. No se trata de simplificar la discusión en términos de optimismo o pesimismo sino de abordar con profundidad el rol del manejo forestal comunitario en el vivir bien comunitario.

Existen múltiples factores que explican esta situación. Lo primero que habría que reconocer es que el manejo forestal comunitario, tal como se entiende convencionalmente, es una perspectiva fundamentalmente externa. Así hemos podido identificar una gradación en el nivel de articulación  a los mercados y el grado de control de las operaciones forestales. De esta manera podemos identificar actividades de aprovechamiento forestal con fines de subsistencia hasta actividades orientadas al mercado. Así mismo, podemos reconocer experiencias bajo control directo de los pueblos indígenas, hasta asocios con terceros y el caso extremo la entrega de la potestad de aprovechamiento a un tercero con un bajo nivel de control comunal.  Aunque en la práctica muchos de estos contratos han sido legales no siempre han sido legítimos y con frecuencia en detrimento de los bosques y de la propia comunidad.
Las experiencias de manejo forestal comunitario subvencionadas externamente enfrentan condiciones estructurales que afectan su viabilidad y sostenibilidad. De ahí que no sea raro que frente a las dificultades para avanzar en el manejo forestal comunitario hayan aparecido otras opciones como la agrarización de los bosques, la conversión de bosques a pastizales. Esta situación habría que entenderla en un contexto de crecimiento demográfico de la población comunal, los procesos de formación de nuevos caseríos (o anexos) que inexorablemente derivan en la necesidad de independización territorial y por lo tanto inciden en la fracturación comunal.
A ello se suma la aparición de nuevas necesidades que satisfacer que obliga a la búsqueda de mayores ingresos que deben conseguirse de manera formal o informal, en el mismo bosque comunal o en otras áreas rurales o urbanas.
En el caso peruano, la promoción del manejo forestal comunitario hasta ahora no ha sido una prioridad en las políticas públicas forestales. Cuando se ha verificado una norma importante para el manejo forestal comunitario se ha debido más bien a iniciativas personales de funcionarios antes que a una política estructurada. Las experiencias de manejo forestal comunitario se han dado pese al Estado antes que al acompañamiento del Estado. Se ha pensado que la base teórica y técnica para el manejo forestal aplicable a concesiones forestales podría ser fácilmente trasladable al manejo forestal comunitario. En toda esta perspectiva no aparecía para nada las particularidades socioculturales de las comunidades indígenas. Se avizora en un enfoque diferente a partir de la nueva legislación forestal.
La situación actual de desarrollo del manejo forestal comunitario por tanto no puede ser explicado únicamente desde el lado de las carencias (de recursos, gerenciales o tecnológicas) sino también del papel que ha cumplido el Estado para generar condiciones favorables para su desarrollo. En el fondo tiene que ver con las políticas públicas forestales que no visualizaron el rol del manejo forestal comunitario para contribuir al aprovechamiento sostenible y la conservación de bosques.
La emergencia de movimientos indígenas y el proceso de reconocimiento social como actores políticos ha tenido como repercusión que el Estado se vea obligado primero a dialogar y luego a incorporar las demandas indígenas en materia de bosques en las políticas públicas. De esta manera hemos asistido a un interesante proceso de construcción conjunta de políticas públicas en las que se incorporan una serie de medidas orientadas a reconocer los derechos indígenas y la posibilidad de desarrollar experiencias de manejo forestal comunitario incorporando su cultura entre los que se incluye la cosmovisión, los saberes, usos y costumbres. Esta es una experiencia inédita y se enmarca en una política de equidad e inclusión social.
Pero no basta que las aspiraciones de los pueblos indígenas se plasmen en las normas forestales. Se requiere además una institucionalidad que permita canalizar los esfuerzos y la energía cultural de todos los actores involucrados. Por parte de los pueblos indígenas se requiere un proceso reflexivo conducente a definir explícitamente su propia visión de desarrollo y en este marco cómo quieren que los bosques constituyan oportunidades para mejorar su calidad de vida de manera sostenible.
Es importante conversar internamente cómo van a asumir la (probable) tensión entre los valores de solidaridad y reciprocidad, propios del mundo indígena, con los valores de acumulación propios de una economía de mercado. Son los propios pueblos indígenas los que tienen que definir los atributos de una nueva ética económica que logre un diálogo entre los valores de la economía  solidaria y la economía de mercado.
Para combatir los procesos de deforestación, tala y comercio ilegal de flora y fauna se requiere mejorar la gobernabilidad. La orientación a resultados de los gobiernos tiene que ser fuertemente acompañada por la sociedad civil y para ello se requiere avanzar hacia una cultura de institucionalización del diálogo, que es lo mismo decir que profundización de la democracia. Un enfoque intercultural  de la gestión pública tiene que avanzar hacia el reconocimiento, la redistribución y la participación.
En el mismo sentido, avanzar hacia una cultura de manejo y conservación de bosques en las comunidades indígenas, implica un enfoque de gobernabilidad. Se requiere mejor Estado para acompañar efectivamente a las comunidades que manejan bosques. Estamos hablando de una gestión forestal efectiva, de legitimidad, de transparencia, de rendición de cuentas. Así mismo, se requiere fortalecer a la sociedad civil para favorecer una participación activa en la gestión y el control social. La denuncia o la puesta en evidencia de la debilidad del Estado no son suficientes, se requiere acompañar al Estado justamente para que pueda hacer mejor las cosas a través de un proceso de gestión de las lecciones aprendidas y una cultura de mejoramiento continuo.  Es importante reconocer que el Estado no es el otro, sino que es una forma de expresión de nosotros mismos. Ello no exime que exijamos enfáticamente efectividad y coherencia.
La posibilidad próxima que exista una Unidad Técnica de Gestión Forestal es esperanzadora. Más aún si está abierta la posibilidad que profesionales y técnicos indígenas puedan ocupar posiciones importantes en estos espacios. No se trata únicamente de generar mayor burocracia sino de asegurar las condiciones materiales y subjetivas que permitan a las comunidades que manejan sus bosques tener un acompañamiento cercano con una perspectiva de interculturalidad. 
La inclusión social no puede ser vista desde una perspectiva asimilacionista sino más bien de diálogo intercultural fecundo y constructivo. Diríase en este sentido que la inclusión va en doble sentido donde como producto final de la mutua inclusión terminamos por reconocernos y de atacar enfáticamente las condiciones que generan desigualdad. La inclusión social no es únicamente una perspectiva de lucha contra la pobreza sino también esfuerzo para creación de la riqueza. No estamos hablando de políticas asistencialistas del manejo forestal comunitario sino un enfoque de fortalecimiento de la ciudadanía indígena que se manifieste también en el incremento de una cultura tributaria. Es asumir la responsabilidad compartida de contar con un Estado que tenga capacidad para que todos sus ciudadanos cuenten con condiciones para desarrollar el máximo de sus capacidades y facultades y entre ellas la capacidad de generar riqueza de manera sostenible.

"Eficiencia en el uso de los recursos en América Latina: Perspectivas e implicancias económicas"

E l informe Eficiencia en el uso de los recursos en América Latina: Perspectivas e implicancias económicas, elaborado por PNUMA y la Red Mercosur de Investigaciones Económicas destaca que el uso eficiente de los recursos permite ahorros evidentes, un aumento de la competitividad y genera beneficios económicos no sólo sectores productivos sino a la sociedad en su conjunto.

La presentación del trabajo se realizó el pasado 17 de junio en Asunción, Paraguay, en el marco de la Reunión de ministros de Medio Ambiente del Mercosur.
El uso del agua, los cambios en el uso del suelo y la energía, además del cambio climático son las tres temáticas analizadas en el Informe. Estas problemáticas se examinaron a partir de diversos estudios de caso sobre políticas e iniciativas relevantes en Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay y Uruguay.
Los doce estudios de caso analizados aportaron lecciones tanto para el análisis socio-económico como para el diseño e implementación práctica de iniciativas públicas, privadas y mixtas relacionadas con la eficiencia en el uso de los recursos.
Hallazgos
El proceso de primarización de la economía de Chile, México y el Mercosur ha causado, un creciente aumento de las presiones sobre algunos recursos esenciales como el agua y el suelo. La falta de iniciativas, políticas o programas orientados a prevenir los impactos ambientales del desarrollo productivo pueden desincentivar la mejora ambiental con graves consecuencias económicas.
Por otro lado, el informe destaca que la eficiencia en el uso de los recursos y la sostenibilidad a partir de la promoción de una producción más limpia y el cumplimiento de los requisitos ambientales, puede contribuir a la competitividad empresarial. Este es el caso de uno de los estudios seleccionados, el de la cuenca del río Paraíba do Sul, en Brasil. El caudal de agua sufre grandes presiones por las industrias ubicadas en su cuenca y por el creciente incremento demográfico. Para aliviar la presión sobre el río se están implementando medidas que están resultando exitosas, como el cobro de tasas que han permitido reducir un 29% el consumo.
Respecto a la energía se concluye que las emisiones están fuertemente acopladas al crecimiento del PIB y de la población. Si bien la región contribuye poco a las emisiones globales de CO2, algunos de los casos analizados se encuentran en el grupo de países en desarrollo con mayores emisiones per cápita.
Los principales retos para lograr una mayor eficiencia en el uso de recursos en América Latina son:
1. La cooperación público-privada a escala local-provincial-nacional.
2. El ordenamiento territorial y la implementación efectiva de las regulaciones de uso del suelo.
3. La promoción de estrategias de cooperación regional en áreas como cambio climático, impacto ambiental del sector primario y regulación del sector del agua.
4. La disponibilidad y acceso a la información. Generar y sistematizar información confiable sobre el uso de los recursos y sus implicancias económicas y ambientales.
También se remarca que los países de América Latina están sumándose a la tendencia mundial de promoción de la eficiencia energética, de las energías renovables modernas y de los biocombustibles.
El estudio busca complementar el análisis ofrecido en los informes GEO (Perspectivas del Medio Ambiente) para América Latina, a través de estudios regionales sobre eficiencia en el uso de los recursos y sus implicaciones económicas. Asimismo,  el informe evidencia la existencia de herramientas de análisis para esta temática que todavía no cuentan con mucha diseminación en los sectores académicos y entre aquellos encargados de la toma de decisiones.
Participe
El informe Eficiencia en el uso de los recursos en América Latina: Perspectivas e implicancias económicas, así como los resúmenes sectoriales, se encuentran abiertos a comentarios en http://www.pnuma.org/reeo hasta el 29 de julio de 2011.
Para más informa ción:
Alejandro Laguna
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
Oficina Regional para América Latina y el Caribe.
Clayton, Ciudad del Saber - Avenida Morse, Edificio 103;
Corregimiento de Ancón - Ciudad de Panamá, Panamá
Tel.: 3050 3100
alex.laguna@unep.org
Elisa Tonda
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
Oficina Regional para América Latina y el Caribe.
Clayton, Ciudad del Saber - Avenida Morse, Edificio 103;
Corregimiento de Ancón - Ciudad de Panamá, Panamá
Tel.: 3050 3100
Elisa.tonda@unep.org

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