Con vuestra anacrónica política pro-carbón nacional habeis conseguido que el dinero público de la ciudadanía se dirija a aumentar espectacularmente las emisiones de CO2 a la atmósfera. Los datos detallan los peores augurios ambientales: un aumento de la extracción y quema de carbón a consecuencia de las masivas subvenciones a esta contaminante fuente de energía. En este pasado mes de marzo del 2011 han aumentado las emisiones de CO2 en España un 82% con respecto al mismo mes de marzo del 2010 gracias a la entrada en vigor de Decreto de ayudas al carbón que subvenciona masivamente la quema del carbón español. Gracias a estos suculentos subsidios a la compra y quema del carbón por parte de las centrales térmicas, el carbón ha pasado de representar solo el 3.8% del "mix eléctrico" hace un año al 12.8% actual.
Todo lo contrario de lo que habían prometido el Ministro Sebastián y los grandes defensores del carbón, como son los líderes de Izquierda Unida y los sindicatos. Las ayudas estatales al carbón ya están provocando un grave impacto ambiental y climático. La cifras desmienten tajantemente el argumento de que se trataba de simplemente de sustituir la quema del carbón importado por el carbon autóctono, tal y como insistían los empresarios mineros, y muestran que las ayudas al carbón multiplican enormemente el consumo global de la fuente más contaminante en el sistema eléctrico español.
Se da la paradoja de que precisamente cuando más crece la producción eléctrica de las fuentes renovables y limpias (la eólica ya supera a la nuclear) es cuando a la vez hay un fuerte contrapeso en dirección opuesta con el repunte de la contaminación atmosférica por culpa de las subvenciones públicas al carbón. De hecho, solo de febrero 2011 a marzo 2011 han aumentado las emisiones globales de CO2 en un 5.2%. Resulta muy contradictorio que suban las emisiones globales de CO2 mientras las emisiones por la quema de gas natural en la centrales de ciclo combinado han bajado del 21% al 16% en el último año y al mismo tiempo que todas las fuentes renovables juntas ya superan más de la mitad de la electricidad producida.
Es especialmente sangrante el que se haya dado una preferencia a la fuente energética más contaminante cuando lo cierto es que en lugar de escasez lo que realmente existe es una sobrecapacidad en la producción eléctrica española, esta llega a triplicar la demanda y por ello permite la exportación neta de electricidad a otros países, como Marruecos, Portugal y Francia.
Este dañino aumento del uso del carbón es consecuencia directa de las inyecciones públicas a esta economía sin rentabilidad propia. Es un despilfarro totalmente innecesario que va contra el interés general y carece de la más mínima racionalidad económica y ambiental. En lugar de gastar el cada vez más restringido dinero público en crear nuevos yacimientos de empleo no contaminante en las cuencas mineras, se ha optado por reflotar y prolongar unos años más la agonía de una actividad caduca, peligrosa y sin futuro, que a la vez destruye las posibilidades de nuestro futuro común.
DAVID HAMMERSTEIN
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