Mercedes Maroto-Valer, Directora del Centre for Innovation in Carbon Capture and Storage, de la Universidada de Notthingham (Reino Unido), nos cuenta cómo las técnicas de captura y almacenamiento de CO2 son una “herramienta imprescindible” para reducir las emisiones y para convertir este gas en un recurso sostenible.
¿Se cumplirán los objetivos que plantea la UE para reducir las emisiones de CO2 en 2020?
En el Reino Unido tenemos uno de los objetivos más estrictos a nivel internacional ya que se pretende conseguir el 80% de reducción de emisiones de CO2 para 2050. No obstante, por lo pronto hay una serie de objetivos a más corto plazo como 2015 o 2020, fecha en la que nos vamos a encontrar con que no estamos haciendo todo lo que hace falta. Espero que ese momento se convierta en una gran llamada de atención para conseguir involucrar a empresas, compañías, administración y personal investigador para ponernos todos a trabajar más de lo que todavía se va a necesitar. Es necesario tomar conciencia de que tenemos trabajar más.
¿Qué papel juegan la captura y almacenamiento de dióxido de carbono para la reducción de emisiones a la atmósfera?
Es una de las tecnologías más importantes que necesitamos porque ayudará a reducir costes y que nos permitirán seguir utilizando combustibles fósiles pero sin producir el dióxido de carbono.
¿Cómo?
Una de las posibilidades que ofrece los métodos de captura es reutilizar grandes cantidades de CO2 y en lugar de convertirlo en un residuo, convertirlo en un recurso con nuevas aplicaciones industriales dando paso a una técnica totalmente sostenible y de gran atractivo para la economía para la sociedad y para el medio ambiente. Por otro lado, debemos tener en cuenta que sin la captura y almacenamiento de CO2, los costes de la reducción de emisiones en 2050 se incrementarán en un 70%.
¿En qué fase se encuentra su investigación?
Trabajamos con varias técnicas: de captura, de transporte y de almacenamiento y no todas ellas están en las mismas fases de investigación y desarrollo . Necesitamos integrar estas tres y hacerlo a una escala de unos 300 megawatios. No obstante, las tecnologías han sido ya probadas de manera independiente y funcionan, pero todavía no a la escala que necesita.
Son muchos retos a los que se enfrenta estás tecnologías, empecemos por los económicos. ¿Cómo contribuye la administración pública y los inversores privados?
En estos momentos las dos partes contribuyen. Por un lado, las empresas no quieren correr el riesgo que supone hoy invertir en unas tecnologías que no se sabe con certeza que se vayan a implementar en el futuro. Además, en estos momentos el precio del dióxido de carbono es muy bajo, entonces hasta que este no suba, lo que tenemos que hacer es invertir. La tecnología es más cara que simplemente comprar derechos de emisión de CO2 por lo que, una vez que se suba, tendrá más sentido invertir en estas tecnologías.
Y ¿no denota esta actitud una falta de cultura medioambiental por parte de la administración pública y privada?
Bueno yo creo que lo que denota es un riesgo ante una tecnología que no se sabe si finalmente se implementará a escala industrial. Las compañías necesitan seguridad a la hora de invertir y no la hay en estos momentos.
Por tanto, la financiación no es suficiente.
No, no es suficiente. Creo que esta será la respuesta siempre que se pregunte a un investigador. Las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 han de demostrar su validez en un periodo realmente corto, por lo que se necesita una gran inversión para darle oportunidad a estos métodos imprescindibles para reducir el impacto del cambio climático.
¿Cómo se pueden reducir los posibles riegos para el medio ambiente?
Lo que hacemos es estudiar análogos naturales para medir el impacto en los ecosistemas que rodean a las plantas y en los yacimientos geológicos en los que se inyecta CO2. Para ello acudimos a los lugares naturales en los que se ha almacenado CO2 sin ningún tipo de fuga como son los volcanes. Es en estos lugares donde se produce CO2 es donde estudiamos los efectos de las fugas que vienen de volcanes, buscando así una analogía lo más cercana posible a la sociedad.
A día de hoy, la lucha contra el cambio climático no se puede concebir sin las economías emergentes..
Son cruciales, porque estas se están desarrollando con una enorme dependencia de combustibles fósiles, sobrepasando ya a países occidentales, sobre todo China. En cuanto a las tecnologías que nos ocupan, necesitamos una colaboración ya que existe una interdependencia mutua. En occidente hemos creado el problema, pero si lo tratamos de arreglar y Asia no colabora, no tiene sentido. Por lo tanto es necesario cooperar para desarrollar estas tecnologías.
¿Cómo coordinaís el trabajo a nivel internacional?
Trabajamos a través de clusters, para coordinar la investigación en gran parte del mundo ya que, una vez que empecemos a implementar la tecnología a un nivel industrial, necesitaremos integrar estos clusters de investigación e industriales para compartir tuberías y el resto de infraestructura.
Conseguir la aceptación social sobre el uso y la seguridad de las técnicas de captura y almacenamiento de CO2 es otro de los retos que hay que afrontar.
Si, y todos tenemos la culpa del desconocimiento social sobre estos temas: sector público, mediático y también los científicos. Seguramente tampoco nosotros nos estamos involucrando en la medida que se necesita para explicar al público y en los términos que este necesita, cómo funcionan y cuáles son las expectativas que cumplen las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2, y las oportunidades que ofrecen. Por tanto, estamos ante un proceso educativo que ha de ir en los dos sentidos.
¿ Y en cuánto capital humano?
Se necesita personal cualificado. Hablamos de que serán necesarias 80 plantas instaladas a partir de 2030, y 1.000 a partir de 2050, pero ¿quién las va a operar? Tenemos que desarrollar la tecnología pero también tenemos que capacitar al personal que dirigirá esas plantas y sobre todo lo relacionado con captura y almacenamiento de CO2 y esto es algo en lo que quizá no estamos tan concienciados.
En el Reino Unido tenemos uno de los objetivos más estrictos a nivel internacional ya que se pretende conseguir el 80% de reducción de emisiones de CO2 para 2050. No obstante, por lo pronto hay una serie de objetivos a más corto plazo como 2015 o 2020, fecha en la que nos vamos a encontrar con que no estamos haciendo todo lo que hace falta. Espero que ese momento se convierta en una gran llamada de atención para conseguir involucrar a empresas, compañías, administración y personal investigador para ponernos todos a trabajar más de lo que todavía se va a necesitar. Es necesario tomar conciencia de que tenemos trabajar más.
¿Qué papel juegan la captura y almacenamiento de dióxido de carbono para la reducción de emisiones a la atmósfera?
Es una de las tecnologías más importantes que necesitamos porque ayudará a reducir costes y que nos permitirán seguir utilizando combustibles fósiles pero sin producir el dióxido de carbono.
¿Cómo?
Una de las posibilidades que ofrece los métodos de captura es reutilizar grandes cantidades de CO2 y en lugar de convertirlo en un residuo, convertirlo en un recurso con nuevas aplicaciones industriales dando paso a una técnica totalmente sostenible y de gran atractivo para la economía para la sociedad y para el medio ambiente. Por otro lado, debemos tener en cuenta que sin la captura y almacenamiento de CO2, los costes de la reducción de emisiones en 2050 se incrementarán en un 70%.
¿En qué fase se encuentra su investigación?
Trabajamos con varias técnicas: de captura, de transporte y de almacenamiento y no todas ellas están en las mismas fases de investigación y desarrollo . Necesitamos integrar estas tres y hacerlo a una escala de unos 300 megawatios. No obstante, las tecnologías han sido ya probadas de manera independiente y funcionan, pero todavía no a la escala que necesita.
Son muchos retos a los que se enfrenta estás tecnologías, empecemos por los económicos. ¿Cómo contribuye la administración pública y los inversores privados?
En estos momentos las dos partes contribuyen. Por un lado, las empresas no quieren correr el riesgo que supone hoy invertir en unas tecnologías que no se sabe con certeza que se vayan a implementar en el futuro. Además, en estos momentos el precio del dióxido de carbono es muy bajo, entonces hasta que este no suba, lo que tenemos que hacer es invertir. La tecnología es más cara que simplemente comprar derechos de emisión de CO2 por lo que, una vez que se suba, tendrá más sentido invertir en estas tecnologías.
Y ¿no denota esta actitud una falta de cultura medioambiental por parte de la administración pública y privada?
Bueno yo creo que lo que denota es un riesgo ante una tecnología que no se sabe si finalmente se implementará a escala industrial. Las compañías necesitan seguridad a la hora de invertir y no la hay en estos momentos.
Por tanto, la financiación no es suficiente.
No, no es suficiente. Creo que esta será la respuesta siempre que se pregunte a un investigador. Las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 han de demostrar su validez en un periodo realmente corto, por lo que se necesita una gran inversión para darle oportunidad a estos métodos imprescindibles para reducir el impacto del cambio climático.
¿Cómo se pueden reducir los posibles riegos para el medio ambiente?
Lo que hacemos es estudiar análogos naturales para medir el impacto en los ecosistemas que rodean a las plantas y en los yacimientos geológicos en los que se inyecta CO2. Para ello acudimos a los lugares naturales en los que se ha almacenado CO2 sin ningún tipo de fuga como son los volcanes. Es en estos lugares donde se produce CO2 es donde estudiamos los efectos de las fugas que vienen de volcanes, buscando así una analogía lo más cercana posible a la sociedad.
A día de hoy, la lucha contra el cambio climático no se puede concebir sin las economías emergentes..
Son cruciales, porque estas se están desarrollando con una enorme dependencia de combustibles fósiles, sobrepasando ya a países occidentales, sobre todo China. En cuanto a las tecnologías que nos ocupan, necesitamos una colaboración ya que existe una interdependencia mutua. En occidente hemos creado el problema, pero si lo tratamos de arreglar y Asia no colabora, no tiene sentido. Por lo tanto es necesario cooperar para desarrollar estas tecnologías.
¿Cómo coordinaís el trabajo a nivel internacional?
Trabajamos a través de clusters, para coordinar la investigación en gran parte del mundo ya que, una vez que empecemos a implementar la tecnología a un nivel industrial, necesitaremos integrar estos clusters de investigación e industriales para compartir tuberías y el resto de infraestructura.
Conseguir la aceptación social sobre el uso y la seguridad de las técnicas de captura y almacenamiento de CO2 es otro de los retos que hay que afrontar.
Si, y todos tenemos la culpa del desconocimiento social sobre estos temas: sector público, mediático y también los científicos. Seguramente tampoco nosotros nos estamos involucrando en la medida que se necesita para explicar al público y en los términos que este necesita, cómo funcionan y cuáles son las expectativas que cumplen las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2, y las oportunidades que ofrecen. Por tanto, estamos ante un proceso educativo que ha de ir en los dos sentidos.
¿ Y en cuánto capital humano?
Se necesita personal cualificado. Hablamos de que serán necesarias 80 plantas instaladas a partir de 2030, y 1.000 a partir de 2050, pero ¿quién las va a operar? Tenemos que desarrollar la tecnología pero también tenemos que capacitar al personal que dirigirá esas plantas y sobre todo lo relacionado con captura y almacenamiento de CO2 y esto es algo en lo que quizá no estamos tan concienciados.
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